viernes, 8 de abril de 2016

       LA CONFESIÓN DEL ADIOS
       
        La poesía liberó mi ser.
        Me fue ceñida una corona de espinas.
        Y las aves volaron de su nido
        Como el desprendimiento
        Que nos escinde en dos.
        La visión provino con el rayo.
        Y entonces creí, ¡en él!, entrever mi preciado jardín.

        Hefesto, yo que os estimo profundamente
        Os pido, venid conmigo:
        "Oh ebriedad" "Oh melancolía"
        Sin piedad de mí: Golpea este metal
        Hasta que este brazo fulgure.
        Aún soy consciente de esta proeza que bulle.
        De esta locura que amaina, que animo.
        ¡Aún no he terminado de pecar!

        La poesía nos ha irradiado   
        ¡Nos ha irritado!... visiblemente.
        ¡Oh! Melancolía: Libar el pecado de la luz...
        ¿No era eterna la vida?
        ¿Cómo volver a libar? ¿Bajo qué climas?
        ¿En qué momento te encontraré?
        ¿Por qué senderos he de buscarte
        Y encontrar tu senda? ¡Te encontraré!...

        ¿¡Y ha recompensa de qué
         Toda esta miseria tenemos que soportar!?
        Alguien ha escondido un secreto aquí... ¡Lo sé!
       
        Mi sensibilidad radica en mi vanidad.
        ¡Y ahí! en el fondo del fango
        Siempre me espera la poesía.

        El safari y el asesinato
        Han sido siempre
        Dos de los grandes talantes
        De la faz de mi espíritu.

        ...Con la mirada cegada en la visión
        Puedo decir que estamos en acuerdo.
        ... ¡El quejoso rebaño!
        ¿¡De qué otra forma podría yo llegar!?
        ... Ja¡ Ja¡ pero bien...
        ¡Éste será nuestro secreto!

        ¡Oh! Poesía, ¡Oh! Alma consagrada...
        Me he ofrecido ha tu estudio y cuidado
        Con intensidad.
        Te he bendecido con mi fortuna, mi destino.
        Y todo lo inaudito lo he descubierto contigo.
        Pero ahora debo regresar a la carne...
        ¡Bendita sea la máscara!
        ...