viernes, 22 de enero de 2016

Aunamos las sospechas
Y nos dan la visión sagrada
De la bendición.


                LA MAESTRA PERVERSA

             Rostro curtido por cuarenta años de pesares.
        - Pesares livianos... ¡Nimiedades!

        Carmín púrpura desparramado
        Hace notar la fealdad de sus labios.
        Rubor en las mejillas.
        Mirada de vieja mañosa no desfogada
        ...¡Atenta! Y presta. Mierda...

        Una fachada derruida... ¡Asolada!
        Parado en el umbral de los escombros
        De mi educación.
       
        Muchachos lerdos, retrasados mentales
        Y enfermos precoces en todos los
        Niveles... ¡Silban!
        Nosotros sabíamos que ella se convertía
        En nuestra única felicidad angustiosa.
        Y ella sabía muy bien
        Que para nosotros se convertía
En la virgen María.

       
        ¿¡Pura!? ¿¡Pura!?...
        Vieja y ¡Puta! ¡Puta!

        Paso que daba tras paso que daba.
        - Ya sus senos hinchados y cansados
        No responden, sus manos han perdido
        La adaptación a las cremas humectantes,
        A la del semen desparramado y tropical.

        Su cabello rubio, largo, hirsuto
        ... ¡Cucufato! Parece ser
         Lo único apropiado en ella.
        Sus pies anchos, grandes, sucios,
        Gloriosos, llenos de poder de perversión.
        Piernas duras, ágiles, taciturnas,
        Enigmáticas, delgadas, dignas de fe
        Religiosa; forjadas en luchas callejeras.
        Según lo popularizó ella misma en sus chismes,
        En su soporífero, en su aletargamiento.

        ¡Pues bien, me cansé! Así que no digo más.
        Y en su imaginación dejo relatado
        Lo no escrito...
        Por ser más apropiado así.

       









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